Sexto Libro de La Galatea: 37
El canto de Damón acabó de confirmar en Timbrio y en Silerio la buena opinión que del raro ingenio de los pastores que allí estaban habían concebido; y más cuando, a persuasión de Tirsi y de Elicio, el ya libre y desdeñoso Lauso, al son de la flauta de Arsindo, soltó la voz en semejantes versos:
LAUSO
Rompió el desdén tus cadenas,
falso amor, y a mi memoria
el mesmo ha vuelto la gloria
de la ausencia de tus penas.
Llame mi fe quien quisiere 5
antojadiza, y no firme,
y en su opinión me confirme
como más le pareciere.
Diga que presto olvidé,
y que de un sotil cabello, 10
que un soplo pudo rompello,
colgada estaba mi fe.
Digan que fueron fingidos
mis llantos y mis sospiros,
y que del Amor los tiros 15
no pasaron mis vestidos.
Que no el ser llamado vano
y mudable me atormenta,
a trueco de ver esenta
mi cerviz del yugo insano. 20
Sé yo bien quién es Silena
y...
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