Tercer Libro de La Galatea: 15
Estas memorias suaves
al fin me dan más tormento,
pues tus palabras el viento
llevó, y las obras, quien sabes.
¿Eras tú la que jurabas
que se acabasen tus días
si a Mireno no querías
sobre todo cuanto amabas?
¿Eres tú, Silveria, quien
hizo de mí tal caudal,
que siendo todo tu mal,
me tenías por tu bien?
¡Oh, qué títulos te diera
de ingrata, como mereces,
si como tú me aborreces,
también yo te aborreciera!
Mas no puedo aprovecharme
del medio de aborrecerte,
que estimo más el quererte
que tú has hecho el olvidarme.
Triste gemido a mi canto
ha dado tu mano fiera;
invierno a mi primavera,
y a mi risa amargo llanto.
Mi gasajo ha vuelto en luto,
y de mis blandos amores
cambio en abrojos las flores
y en veneno el dulce fruto.
Y aun dirás -y esto me daña-
que es el haberte...
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