Quinto Libro de La Galatea: 23

-Ya sabes, amigo Damón, cómo la buena suerte mía -que este nombre de buena le daré siempre, aunque me cueste la vida el haberla tenido-; digo, pues, que la buena suerte mía quiso, como todo el cielo y todas estas riberas saben, que yo amase, ¿qué digo amase?, que adorase a la sin par Galatea, con tan limpio y verdadero amor cual a su merescimiento se debe; juntamente te confieso, amigo, que, en todo el tiempo que ha que ella tiene noticia de mi cabal deseo, no ha correspondido a él con otras muestras que las generales que suele y debe dar un casto y agradescido pecho; y así, ha algunos años que, sustentada mi esperanza con una honesta correspondencia amorosa, he vivido tan alegre y satisfecho de mis pensamientos, que me juzgaba por el más dichoso pastor que jamás apascentó ganado, contentándome sólo de mirar a Galatea y de ver que, si no me quería, no me aborrecía, y que otro ningún pastor no se podría alabar que aun della fuese mirado; que no era poca satisfación...

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