Cuarto Libro de La Galatea: 14

-Ésta es, señores, la canción de Lauso -dijo Damón en acabándola-, la cual fue tan celebrada de Lariseo, cuanto bien admitida de los que en aquel tiempo la vieron. -Con razón lo puedes decir -respondió Darinto-, pues la verdad y artificio suyo es digno de justas alabanzas. -Estas canciones son las de mi gusto -dijo a este punto el desamorado Lenio-, y no aquellas que a cada paso llegan a mis oídos, llenas de mil simples conceptos amorosos, tan mal dispuestos e intricados que osaré jurar que hay algunas que, ni las alcanza quien las oye, por discreto que sea, ni las entiende quien las hizo. Pero no menos fatigan otras que se enzarzan en dar alabanzas a Cupido y en exagerar su poder, su valor, sus maravillas y milagros, haciéndole señor del cielo y de la tierra, dándole otros mil atributos de potencia, de mando y señorío. Y lo que más me cansa de los que las hacen es que, cuando hablan de amor, entienden de un no sé quién que ellos llaman Cupido, que la mesma...

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