Segundo Libro de La Galatea: 05

    Pastora en quien la belleza en tanto estremo se halla, que no hay a quien comparalla sino a tu mesma crueza.     Mi firmeza y tu mudanza han sembrado a mano llena tus promesas en la arena y en el viento mi esperanza.     Nunca imaginara yo que cupiera en lo que vi, tras un dulce alegre sí, tan amargo y triste no.     Mas yo no fuera engañado si pusiera en mi ventura, así como en tu hermosura, los ojos que te han mirado.     Pues cuanto tu gracia estraña promete, alegra y concierta, tanto turba y desconcierta mi desdicha, y enmaraña.     Unos ojos me engañaron, al parecer pïadosos. ¡Ay, ojos falsos, hermosos!, los que os ven, ¿en qué pecaron?     Dime, pastora cruel: ¿a quién no podrá engañar tu sabio honesto mirar y tus palabras de miel?     De mí ya está conoscido que, con menos que hicieras, días ha que...

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