De la Vida Feliz - Capítulo XXV

Ya que ambos estamos de acuerdo en que las riquezas son deseables, escucha, pues, mis razones por no incluirlas entre los bienes y en qué sentido mi actitud hacia ellas difiere de la tuya. Llévame a la más suntuosa de las casas, a un lugar en dónde haya bandejas de oro y plata para el uso cotidiano. No me tendré por más a causa de estas cosas que, si bien me pertenecen, no forman parte de mí. Llévame al Puente Sublicio y arrójame entre los mendigos. No me tendré por menos a causa de sentarme en compañía de quienes extienden sus manos por una limosna. Porque ¿qué diferencia tengo con ese hombre al que le falta un pedazo de pan si ambos tenemos la misma posibilidad de morir? ¿Y cuál es la conclusión? Pues, ¡que prefiero la espléndida casa al Puente! Ponme en medio de suntuosos mobiliarios y lujosos atavíos. No me consideraré ni un ápice más feliz porque tengo un manto suave y mis huéspedes se reclinan sobre la púrpura. Cambia mi colchón y no me sentiré ni un...

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