De la Vida Feliz - Capítulo XXI

Pero en cuanto a ti, tu odio a la virtud y a quienes la practican no es, en modo alguno, extraño. Porque las luces enfermizas palidecen ante el sol; las criaturas de la noche aborrecen el brillo del día – se asustan de los primeros signos del amanecer y buscan sus madrigueras, escondiéndose en cualquier agujero por miedo a la luz. ¡Croad y afanaos lenguas miserables que abusan de lo bueno, mostrad vuestras fauces y morded fuerte; os romperéis los dientes antes de dejar una marca! «¿Por qué – preguntas – abraza ese hombre la filosofía y sin embargo vive en tanta opulencia? ¿Por qué dice que las riquezas han de ser despreciadas y sin embargo las tiene? ¿Por qué piensa que la vida es despreciable y sin embargo la vive? ¿Por qué la salud ha de ser despreciada si él la cuida con la mayor atención y prefiere que sea excelente? ¿Y por qué piensa que el exilio es una palabra vacía y dice: “¿Qué hay de malo en cambiar de país?”, y sin embargo, si puede, se...

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