De la Vida Feliz - Capítulo XXVI

«¿Cuál es entonces – me preguntas – la diferencia entre tú, el sabio, y yo el tonto, si ambos deseamos tener riquezas?» Una muy grande puesto que, a los ojos de un sabio, las riquezas son esclavas y a los ojos de los tontos son patronas; el sabio no le concede importancia a las riquezas y para ti las riquezas lo son todo. Te acostumbras a ellas y te aferras a ellas como si alguien te hubiera asegurado que son una propiedad duradera. El sabio nunca reflexiona tanto sobre la pobreza como cuando está en medio de la riqueza. Ningún general confía tanto en la paz como para dejar de prepararse para la guerra, aun cuando ésta todavía no se ha declarado. En cuanto a ti, una vivienda hermosa te convierte en arrogante, como si nunca pudiera incendiarse o derrumbarse; estás estupefacto por tu riqueza, como si se hubiese librado de todo riesgo y se hubiese vuelto tan enorme que Fortuna hubiese perdido toda su capacidad para destruirla. Juegas perezosamente con tus riquezas y no...

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