De la Vida Feliz - Capítulo XIV
Deja que la virtud vaya al frente; deja que porte el estandarte. Tendremos el placer de todos modos, pero seremos sus amos y lo controlaremos; a veces cederemos a sus insinuaciones, nunca a sus imposiciones. Pero quienes le ceden el liderazgo al placer pierden a ambos; porque pierden la virtud y sin embargo no poseen el placer sino que resultan poseídos por él; terminan, ya sea torturados por su carencia o estrangulados por su exceso – miserables si los abandona, más miserables aun si los abruma – son como marineros que han sido atrapados por las aguas alrededor de Sirte[1] y que a veces quedan en la playa seca y otras veces son sacudidos por las espumantes olas. Pero esto resulta de una completa falta de autocontrol y de un amor ciego por un objeto. Cuando alguien busca males en lugar de bienes el éxito se vuelve peligroso. Así como la caza de bestias salvajes está llena de esfuerzos y peligros, e incluso las que resultan capturadas constituyen una posesión...
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