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Prim Capítulo XXIV de Benito Pérez Galdós Penetrando en el espíritu de Jesús Clavería y leyendo en él la verdadera intención del interés que por Teresa se tomaba, lo primero que se encuentra es la piedad, después el egoísmo, que en todo hombre existe más o menos imperante, aunque lleve el nombre de nuestro Salvador. Pensaba el amigo de Leal que muerto este, le correspondía la herencia de los únicos bienes que al morir dejaba, las gracias de Teresa. La viudez de esta no podía ser larga, si en Madrid hacía feria de sus encantos. Pues él, Jesús Clavería, la libraba del sonrojo de buscar nueva protección, y conociéndose ambos como se conocían, seguramente habían de llegar a formal inteligencia. Firme en esta idea desde el instante en que la encontró desolada en el casucho de Villarejo, determinó llevársela en el convoy hasta donde pudiese sin escándalo. Procuraba que ni sus compañeros ni el General le descubrieran el botín. De aquellos temía la...

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