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Prim Capítulo XXII de Benito Pérez Galdós Siempre le fue antipático a Teresa el administrativo personaje. Su alianza con él, gestionada por la sutil tramposa, se le hacía muy dura; por fin, en la situación psicológica que le trajo inopinadamente su destino, el hombre la estomagaba... Devolvía su persona o la vomitaba como el bolo gástrico de un alimento indigesto, venenoso. Disimuló heroicamente ante su madre las bascas que sentía, y la dejó concluir así: «Pues ahora, prenda, te dejo otra vez. No he venido más que a calmar tu impaciencia. Don Enrique me ha citado en la oficina de Sementales para darme dinero y sus últimas instrucciones... pues en caso de que en Aranjuez encontremos testigos pegajosos, debemos seguir a Madrid, donde, por la reunión y revoltijo de tantas almas, hay más libertad y menos cuidado de criticones... Tú te estás aquí quietecita hasta que yo vuelva, y vas recogiendo todo por si es de necesidad que esta misma tarde salgamos pitando, y...

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