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Prim Capítulo XXVIII de Benito Pérez Galdós Apenas estrenada la ropa, se lanzó Ibero al laberinto de las calles de Madrid. Las horas y los días se le pasaban sin sentirlo, pisando aceras y cruzando empedrados, mirando números, subiendo y bajando escaleras, tirando de campanillas, y en fin, interrogando a innumerables individuos del gremio porteril. Si buscar una aguja en un pajar es ardua tarea, no lo es menos buscar entre cuatrocientos miles de almas una familia cuya residencia se ignora. Pero ni la familia ni el rastro de ella encontró Santiago, aunque lanzado anduvo como pelota de barrio en barrio, sin que alma viviente le diese las referencias que con tanto ardor buscaba. Cansado de inútiles correrías, llevó sus dudas y franqueó su secreto al buen tendero de la calle del Desengaño. Véase lo que hablaron: «¿Conoce usted, señor de Chaves, o ha conocido, a un teniente coronel, de clase de tropa, llamado don Baldomero Galán, que a más de parecerse a Espartero...

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