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Prim Capítulo XIV de Benito Pérez Galdós Y no disimulaba su júbilo al decirlo. Si la revolución era necesaria, inevitable, mientras más pronto viniera, mejor. Y sin sangre no había de venir, porque las revoluciones nutridas con horchata o zarzaparrilla criaban ranas en el estómago de los pueblos... Los ateneístas más impacientes por regresar a sus domicilios dejaron pasar algún tiempo, y en tanto planeaban itinerarios extravagantes. Hombre hubo que para ir a la calle de Atocha, discurrió tomar la vuelta grande del Retiro. A última hora quedaban pocos en la docta casa, comentando los hechos y reconstruyéndolos conforme a datos fidedignos. Por la calle de Sevilla y Carrera de San Jerónimo había pasado la tragedia, dejando en las baldosas huellas de sangre. Los que allí perecieron, no eran gente díscola y bullanguera, sino pacíficos señores que en nada se metían; iban a sus casas; salían del Casino o del café de la Iberia, pensando en todo menos en su fin...

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