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Prim Capítulo XXIX de Benito Pérez Galdós «¿Quién es ese mocetón tan guapo? -preguntó Manolita Pez a su amiga. -Hame dado en la nariz que es un conde disfrazado. Me lo trajo Chaves... Yo respeto el incógnito de los que vienen a mi casa, y este no se me ha clareado... Siempre comía fuera, pienso que en casa de Lhardy...». Apartando su mente de lo que no le interesaba, la sutil tramposa reanudó así la cortada hebra de su asunto: «Dios querrá que ahora tenga término el tremendo temporal que vengo corriendo desde que me fui a Tarancón. Yo le pido a Dios y a la Virgen que no me desampare... A la Encarnación o a San Marcos suelo llegar yode madrugada cuando aún no han abierto, y por las noches soy la última que sale de la iglesia... La desgracia y el no tener nada que hacer la van metiendo a una en las devociones, y lo que importa es seguir en ellas hasta que Dios nos depare el remedión que le pedimos... Yo tengo esperanza, Mauricia; yo tengo fe en la decencia...

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