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Prim Capítulo XXXIII de Benito Pérez Galdós Vencido y desarmado el brazo militar, faltaba someter al civil, lo que no era fácil, porque la plebe armada, dirigida por sus iguales, con una organización primitiva, se movía con gran desembarazo. Acosada y dispersa en una calle, aparecía prontamente en otra. Era la guerrilla urbana, más veloz que la milicia regular, y más conocedora de los atajos y callejuelas para sorprender al enemigo. En la calle de la Luna, un grupo de estos leones sueltos, que disponían de un cañón y de varios artilleros para servirlo, tuvieron en jaque al general Concha más de una hora. Pero lo más apretado de aquellos sangrientos lances callejeros estuvo en la Plaza de la Cebada: allí acudieron y se fortificaron con improvisados parapetos los bandos más aguerridos de la patriotería del Rastro y Latina. Tres cargas a la bayoneta les dio la infantería con soberbio empuje, y aún no pudo con ellos. Cuando parecían debilitarse, vino por San...

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