La madre Naturaleza: 27

none 27 Pág. 27 de 36 La madre Naturaleza Emilia Pardo Bazán Capítulo XXVII No vayan ustedes a figurarse que desde el entronizamiento del Gallo y sus útiles reformas encaminadas a acrecentar el decoro y representación de los Pazos, o al menos de la mayordomía, se hubiese suprimido el tertulión de la cocina por las noches. Suprimir, no; depurar, es otra cosa. La autoridad del buen ex-gaitero se empleaba en alejar mañosa o explícitamente de allí a la gentuza, como las nietas de la Sabia y otras lambonas que sólo andaban tras la intriga y a la socaliña del pedazo de pan hoy, y mañana del de cerdo, si a mano viene. Para semejantes brujas, chismosas y zurcidoras de voluntades, desde el primer día significó el Gallo con toda su autoridad de sultán y marido, la orden de expulsión; ¡si conocería él el paño! Y Sabel, aunque muy dada a comadrear, hubo de conformarse -como se conformaría a andar a cuatro patas, si tales fuesen los deseos del insigne...

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