La madre Naturaleza: 19

TOMO II 19 Pág. 19 de 36 La madre Naturaleza Emilia Pardo Bazán Capítulo XIX Se vistió la montañesa su ropa de diario, falda y chaqueta de lanilla a cuadros blancos y negros; y apenas había tenido tiempo más que para frotarse apresuradamente el rostro con la toalla y atusarse el pelo ante un espejo todo estrellado por la alteración del azogue, cuando, oyendo dar las seis en el asmático reloj del comedor, salió de su cuarto andando de puntillas y bajó la escalera que comunicaba con la cocina, en aquel momento solitaria. Deslizose por el corredor de las bodegas, que conducía a las elegantes habitaciones de la familia del Gallo; y apenas dio tres pasos por él, una mano musculosa, aunque rehenchida y juvenil, asió la suya, y se sintió arrastrada, en medio de la oscuridad, hacia la puerta. Salieron de los Pazos, y con deleite inexplicable, bebieron juntos la primer onda de fresco matutino. Aunque el sol calentaba ya, aún se veía, sobre el azul...

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