El sabor de la tierruca: 21
El sabor de la tierruca-XXI: Prólogo de un drama
de José María de Pereda
Chiscón, porque le corrían costas en el pleito, no se descuidó en rematarle cuanto antes.
Volvió a Cumbrales al otro día, cerca ya del anochecer; y después de reforzar el ánimo con unos tragos en la taberna de Resquemín, donde le dijeron que Tablucas acababa de marcharse para meterse en casa antes de que llegara la noche, fuese a la de Catalina. Cabalmente, al entrar él, estaba toda la familia reunida, porque acababa de cenar.
Sin exordios ni tanteos, no bien se acomodó en el taburete cerca de la perezosa, cargada aún con los cacharros vacíos y los codos de la gente de casa, declaró sus honradas intenciones y expuso el inventario de sus caudales. La respuesta fue breve y terminante: se agradeció mucho la voluntad; pero se desestimó el propósito.
Chiscón, que no podía llamarse a engaño, porque a nada obliga en la Montaña a una moza soltera el abrir de noche la puerta al mozo que así...
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