El sabor de la tierruca: 15

El sabor de la tierruca-XV: Verdades amargas de José María de Pereda ¡Qué distintas de las de Pablo corrían las horas para Nisco! Aquellos pensamientos, dulces como las mieles, altos y relucientes como el sol y la luna, que saboreaba y entreveía el hijo de Juanguirle, sus dejos tenían ya de la ruda amarga en que el desengañado amigo los había empapado al hundirlos en la charca terrena y prosaica de sus consejos sesudos. Ya no arrullaban los sueños del presumido mozo dulces sinfonías, ni visiones de palacios de oro, donde reinas y emperatrices le vestían y le calzaban, duques eran sus mayordomos, y marqueses sus criados. Muy de continuo sentía el cencerreo del ganado en la vecina cuadra, y en sus espaldas los duros bodoques del mal tundido colchón de su pobre lecho; realidades de la vida más poderosas ya que las encantadas imaginaciones de otros días bien cercanos. No se entienda por esto que daba Nisco por perdidas sus esperanzas; pues bien sabe Dios que aún...

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