La gañanía : 08

Capítulo VIII 08 Pág. 08 de 10 La gañanía Joaquín Dicenta Llegó la noche. Sin estrellas vino, amenazando con nubarrones anchos de tempestad. Tendidos en tierra, saboreando los manjares últimos de la cena pastora, charlan rabadán y gañanes a breve distancia de sus chozos. Dos teas resinosas enlucen el comedor ocasional. Junto a Roque, en el sitio de honor, platica y bebe Baldomero. Ni aun descorreó las espuelas. Con la chaquetilla de hilo abierta sobre el pecho, el marsellés a un lado y el castoreño caído hacia el cogote, da mano postrera a los detalles de su compra. El potro, enjaezado, libre solamente del freno y sujeto a un árbol por el ronzalillo de reserva, muerde los tallos jóvenes que el rocío ablandece. -¡Lo mejor del ganao te llevas! -dice el rabadán-. Cierto que ello, Baldomero, es costumbre en ti. -También me es costumbre pagar más precio que ninguno. -No te lo niego yo. El rabadán rompe una nuez entre sus manos, y prosigue: -De mó,...

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