La gañanía : 03

Capítulo III 03 Pág. 03 de 10 La gañanía Joaquín Dicenta Desde aquel aparecimiento, fue Malvarrosa devoción suprema de Juanillo. Estuvieran donde estuviesen los pastos de las ovejas suyas, siempre, al ir o al volver, hallaba ocasión de pasar junto a la casuca del Ronco y enfrontarse con la muchacha. Ella reía de él, aceptando su compañía para mandarle como a esclavo. Él, hurgaba todos los rincones de la sierra para traerle presentes. Tan pronto eran ellos flores que sólo arraigan el borde de los abismos y que los serranos llaman «flor de muerte», como pájaros-nieve, que no más anidan en las blancuras de las cumbres. Cierta vez trajo viva un águila real. Seguro cantazo de su honda la volteó cuando abría las alas para remontarse a las nubes. Sangraban las manos del muchacho, que el trajín hasta vencer al animal de rapiña fue recio. Malvarrosa no reparó en la sangre. No hizo más que reír, viendo la cólera impotente del águila. Otras veces...

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