... abrumó de nuevo la vergüenza roja de su faz entre los brazos... Mudo, lento también, se acercó Esteban y besó en calladas ansias su frente, su pelo, sus sortijas...; fue a besar su boca, buscándola ...
... de sus lentes de oro y roca.Llegó el día 20. Pasó el día 20. Volvió Esteban a encontrarse varias veces con Antonia por el puente y las murallas y la calle de San Juan, siempre con iguales reservas ...
... empeñábanse en que el médico bebiera. Creían el mostagán la única medicina digna de tal nombre.Mientras Esteban le reconocía, a grandes gritos cantaba el Himno del Riego el albañil. La lengua veíasele ...
... calles y las gentes quitáronla no poco la exageración de miedos de su histérico aislamiento.Sin ver a Esteban, por suerte, en la calle de San Juan, pensaba en él con calma. La encontraban más guapa ...
... de otra línea. Cruzó el «rápido» otro puente de hierro, al lado del puente de piedra de un arroyo, y aún Esteban vio admirado otro gran puente lejano... como si fuese Mérida la ciudad de los arcos ...
... Yo vine cuando chico. Ahora es que venimos a cuestión de médicos. Paramos en el Inglés.En el corazón de Esteban brincó la dulcísima memoria de aquel único momento en que había hablado con Renata Mir ...
... que el espasmo de la matriz iba cediendo. El baño, media hora después, acabó de disiparlo.Esteban se llenaba de esperanzas. Ahora no se acordaba de las botas grandes que trajo a rastra por las calles ...
... n trabucaire, tenía la cara dura, y rojas y colgonas las narices, como un rábano.Además advirtió Esteban en la alcoba a su crónica cliente doña Antonia, la madre del tonto Alberto, a quien había visto ...
... & 160;33Pág. 33 de 108San Isidro labrador de Madrid Acto IILope de Vega& 160;Salen JUAN DE VARGAS, ESTEBAN y LORENZO labradores.& 160;& 160;& 160;Juan de Vargas:¿Eso pasa de mi hacienda? & 160;& 160 ...
... resto de la casa, un gran lavado de jofaina giratoria. Antonia le daba un beso a Esteban, saltaba de la cama sobre el linóleo, se quitaba la camisa y empezaba toda a friccionarse con la esponja y agua ...
... dama presentó:-Mi marido.¡Ah, Dios santo ... ¡Él ¡Aquél Aunque al venir a la visita no ignoraba Esteban que el dueño de la casa llamábase don Anselmo Cayetano, tenía aún, con respecto al pueblo ...
... lunares encendidos del sol de julio, sintió que le decían a través de la veda del paseo:-Señorito Esteban, tengo que darle una cosa.Miró y sintió disgusto. Era una vieja flaca, pintada con bermellón ...
... contrario, por entrar en la costumbre fumar, habíales costado, asimismo, borracheras espantosas. Y Esteban, en verdad, según le había cobrado afición al tabaco, comprendió que acabaría por tenérselo ...
... a mi niña, la llevo por er huerto y usté acude por la calle... y que, ¡usté verá, don Esteban de mi alma, si así no estará to mejó y con pesqui, sin que puan enterarse ni las moscas -¡Oh, Curra ...
... infeliz, & 191;no merece tu conmiseraci& 243;n, m& 225;s a& 250;n que si la vieses dichosa? Reflexiona, Esteban, en la manera como cay& 243; tu pobre hija. & 191;Qu& 233; le hab& 237;as ense& 241;ado ...
... quiere. Volveré pronto. ¿Te da miedo?-No.Por primera vez se separaban de noche. Partió Esteban. Tomó tranvías. En la calle de Jacometrezo le abrió la Burra. Hízole doña Rosa una alborozada recepción ...
... tocó en la vanidosa, que inmediatamente sonrió:-¡Pobre celoso ... ¡Estás ridículo de veras Sonrió a su vez Esteban; sostuvo crispadamente inmóvil su mirada; se acercó luego y la dijo:-Mira, Evelina ...
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