El médico rural: 14

Capítulo III 14 Pág. 14 de 28 El médico rural- Segunda parte Felipe Trigo Terminadas las cuentas pesadísimas que la tenían hacía hora y media en el despacho haciendo números, dejó la pluma doña Claudia y púsose a guardarlo todo. A cada carpeta rotulada volvieron los recibos y contratos; a los bolsos los duros, la plata suelta, el cobre; a sendos departamentos de la gran cartera de billetes, los de veinticinco pesetas, los de cincuenta, los de ciento, los de quinientas, los de mil..., en gruesos fajos. Se levantó y fue ordenadamente depositando cosa a cosa en la caja de caudales. Sentía la satisfacción que da la exactitud. Según costumbre, no habíase equivocado ni en un céntimo. El numerario y sus notas convenían. ¡Ah, pobre administración si el talento y la actividad de ella no supliesen el corto alcance del marido! Desde los arriendos y el trabajo de bufete, hasta los más mínimos pormenores de la casa, pesaban en su responsabilidad. Ahora iba a...

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