Estado civil - Segunda parte. Capítulo III
DIOS
Nunca he podido pensar en Dios; nunca he podido acercarme a Él. Cuando entré en esta desgracia, que también era el retiro deseado, me volví hacia Él, pero porque era una solución aprendida. Estaba deseando descubrir a aquel ser de quien tanto me hablaban. Despertaron mi curiosidad las descripciones de felicidad mística que encontraba en las vidas de los santos. Lo extraordinario de su existencia, el milagro de voluntad con que se habían librado de la mediocridad cotidiana y, sobre todo, del ignominioso sopor de las horas siguientes al almuerzo; todo eso seducía mi imaginación. Cierto que me afectaba más el aspecto heroico y glorioso de la santidad, pero también quería saber lo que era el éxtasis. Ambicionaba ejercer el poder mágico de la oración y, en la capilla, muchas veces me cebaba en evocar a Dios a fuerza de concentración. Pensaba cada palabra de mis oraciones con gran fuerza y esperaba de tal aplicación intelectual la súbita irrupción de delicias en...
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