El médico rural: 10

Capítulo X 10 Pág. 10 de 28 El médico rural- Primera parte Felipe Trigo Y a la mañana siguiente, a pie, precedidos por su fama y esperados en las afueras del lugar por el alcalde, el juez, algunos concejales y todas las mujeres y chiquillos, llegaron los dos ilustres jesuitas, el P. Galcerán y el P. Sartos. Acompañábanles los párrocos de Orbaz, de Valleleón y Medinilla. Encaminados a la iglesia, viéronse favorecidos desde luego con un lleno rebosante. Lo que más atrajo para ellos la atención, hasta que hablaron, fueron los fajines, las gafas de oro, que aumentábanle un diáfano centelleo de inteligencia y de dominio a sus limpios rostros afeitados, y las tejas... felpudas, pequeñas y redondas, casi como sombreros de paisano, tan distintas de aquellas otras grandes tejas de los curas. ¡Ah, pero cuando hablaron!... el éxito, el entusiasmo que subrayó a las gentes fue tan colosal, que Esteban, perdido y apretujado por la muchedumbre en el rincón del...

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