El médico rural: 12

Capítulo I 12 Pág. 12 de 28 El médico rural- Segunda parte Felipe Trigo -«¡Castellar! ¡Oh!... ¡Tres mil... cinco mil pesetas»... Feliz obsesión de Esteban y de todos. Desde que se levantaban, abriendo los ojos a la persuasión que les imponía en la hermosa casa la bella realidad, reíanse y saltaban de contentos. Nora les mostraba los regalos que íbanles haciendo: jamones y quesos y gallinas; aparte los carros de leña con que les llenaban los corrales. Él y Jacinta, tomando el desayuno en el amplio comedor, cuyas dos rejas, sombreadas por la fronda de un parrón, daban a un patio de baldosas en que a sus anchas podía jugar Luisín sin ensuciarse, se asombraban de tanta esplendidez. Quedábanse por un rato en cónclave de locos regocijos.-« ¡Anda, anda, el doctor Peña!» - «¡Anda, anda, Juan Alfonso!» - «¡Y un buen pueblo, de gente fina, con campanas, con buñuelos, ¿eh?..., con buena carne de carneros matados cada día!» - «¿Ves, Nora,...

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