El médico rural: 04

Capítulo IV 04 Pág. 04 de 28 El médico rural- Primera parte Felipe Trigo Seis días después, por influjo del señor Porras, lograron mudarse a una de las casas más decentes del lugar: la del tío Boni, viejo gordo y gigantesco, de cara y ademanes de arzobispo, que partía temprano hacia su viña, detrás y al paso lento de una yunta de borricas, no volviendo hasta la noche, y cuya mujer, alta, seca, garrotosa, pero limpia, padecía ataques epilépticos. Sin hijos, este matrimonio redújose a dos cuartos interiores, cediéndole al médico lo mejor de la vivienda. Jacinta pudo ver sus muebles en una sala y una alcoba que, si bien pequeñas, tenían bóvedas, suelo de cal y ventana con un minúsculo cristal en un postigo; a desear más luz, podría abrirse completamente la ventana, poniéndola un bastidor de muselina, que defendía de la maldita paja de la calle. Esteban instaló sus libros, su despacho en otra salita de enfrente, que a través de una portada sin...

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