El médico rural: 09

Capítulo IX 09 Pág. 09 de 28 El médico rural- Primera parte Felipe Trigo Un mes después, cuando ya Esteban jugaba al sol alegremente con Luis y con Jacinta; cuando terminaba aquel tráfago de enfermos, aquella lucha sin reposo con que afrontó las epidemias..., pudo darse cuenta de lo enorme de su triunfo. A sus libros, a su aplicación, a su tenaz constancia en el trabajo, al rígido concepto de su dignidad y sus deberes, debíanle la existencia muchos niños y muchos atados por la fiebre, y, sin embargo, habían vuelto a cruzar las calles diez o doce entierros. De éstos, sólo uno correspondió a un cliente que a Esteban recurrió casi en la agonía, traspasado del médico de Orbaz; los otros, empezando por el tío Marín el Disparao y por Rigodón, y siguiendo por una jovencita, por tres o cuatro mocetones y por unos cuantos chicos a quienes hubo de ahogar la difteria entre mantas de algodón y cataplasmas, fueron víctimas de la torpeza del médico -que así...

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