La bruja

La bruja, le decían, porque soñaba fuego solitario en cada uno de los rumbos de su cuerpo. Iba caminando en silencio hasta llegar al páramo. Y de pronto sentía que sus manos ardían como soles. Un alud florecido quemaba la llanura. Y “la bruja, la bruja”, gritaban los niños. A la orilla del aire lloraba lágrimas solas y candentes. Todas las tardes en el mismo sitio. Llena de luz. La boca henchida de mansas oraciones mudas. Y a la orilla del aire, todavía, llueve lumbre cuando reverdece su memoria perdida; y “la bruja”, murmuran las voces de los niños. Letanías profanas de Jaime García Terrés La bruja - Una invocación - Ipanema - Después de la crecida marea - Éste era un rey - Cantar de Valparaíso - Idilio - La fuente oscura - Jarcia - Esta desmemoria mía - Conjuro - Las tinieblas de Job - Destierro - Letanías profanas - Toque del alba - Algunos - Dos poemas de Funerales - Voto de humildad - Es cosa de mirar - Los muertos en Europa -...

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