Ítaca

[K. P. Kaváfis] Al emprender el viaje rumbo a Ítaca ruega que largo sea tu camino, lleno de peripecias y lecciones. No te causen temor lestrigones ni cíclopes ni el iracundo Posidón; que no los hallarás en tu jornada si enhiesto conservas el pensar, si nobles emociones abordan el espíritu y el cuerpo. No toparás con cíclopes ni lestrigones ni con el agrio Posidón, si no los llevas dentro, si tu alma no los erige frente a ti. Ruega que largo sea tu camino. Que múltiples mañanas estivales te vean —con cuánto júbilo, con cuánta gracia— bajar a puertos antes ignorados; en algunos emporios fenicios detenerte a comprar la preciosa mercancía (madreperla, coral, ébano, ámbar, voluptuosos perfumes de toda procedencia —el máximo posible de sensuales perfumes); y visitar diversas ciudades en Egipto para bien aprender de los letrados. Ten sin cesar a Ítaca presente. A llegar a sus costas estás predestinado; pero la travesía no apresures. Mejor es que navegues...

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