Poema:Romance

Yace donde el sol se pone, entre dos tajadas peñas, una entrada de un abismo, quiero decir, una cueva profunda, lóbrega, escura, aquí mojada, allí seca, propio albergue de la noche, del horror y las tinieblas. Por la boca sale un aire que al alma encendida yela, y un fuego, de cuando en cuando, que el pecho de yelo quema. Óyese dentro un rüido como crujir de cadenas y unos ayes luengos, tristes, envueltos en tristes quejas. Por las funestas paredes, por los resquicios y quiebras mil víboras se descubren y ponzoñosas culebras. A la entrada tiene puesto[s], en una amarilla piedra, huesos de muerto encajados de modo que forman letras, las cuales, vistas del fuego que arroja de sí la cueva, dicen: «Ésta es la morada de los celos y sospechas». Y un pastor contaba a Lauso esta maravilla cierta de la cueva, fuego y yelo, aullidos, sierpes y piedra, el cual, oyendo, le dijo: «Pastor, para que te crea, no has menester juramentos ni hacer la vista esperiencia. Un vivo traslado es...

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