El pasaporte amarillo: 02

Capítulo II 02 Pág. 02 de 10 El pasaporte amarillo Joaquín Dicenta Terminadas las vacaciones, regresó Débora a la población universitaria donde fijara su residencia estudiantil. Vivía en uno de los barrios extremos. Allí alquiló un pisito, amueblado con gran modestia. Componíase de tres habitaciones. La más grande, es decir, la menos pequeña, servía de sala para recibir, de comedor y estudio. Junto a ella estaba la cocina, dedicada por Débora, que comía fuera de casa, en un económico fondín, a cuarto de aseo: un tocadorcito, un baño y el limpio chorrear de una fuente justificaban el nuevo destino de la pieza. La alcoba era un primor con sus blancos y replanchados lienzos, con su cama, de exiguas proporciones, justamente capaz al solo reposo de un cuerpo. Siempre se veía algún libro sobre la mesita de noche. En una arquilla, próxima a la ventana, guardaba sus papeles la joven. Entre éstos amarilleaba la cédula afrentosa. Cuando ponla en ella...

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