El cínico: 02
Capítulo II 02
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El cínico- Primera parte
Felipe Trigo
Llegaban.
Gerardo, que se había sentado de espaldas a la puerta, resistió con estudiada indiferencia su afán de conocer a la que entraba.
-¿Gerardo? -tuvo Arsenio que avisarle.
-¡Oh! -exclamó él levantándose y volviéndose-. ¡A los pies de usted, señora!
-Te presento a mi amigo Gerardo San Román. Mavi, mi mujer.
Estrecháronse las manos. La de Mavi, a través del mitón calado, era suave y fina, de duquesa. Un prodigio de lujo y de hermosura la hija del notario. Alta, muy alta. Noble su continente, en verdad - y su boca roja, y su pelo negro.
Arsenio cortó la especie de sobrecogimiento del ingenuo admirador con una frase afable:
-Sí, mi antiguo amigo. Abogado y diplomático. Casi mi subordinado actualmente, también; porque pertenece a la legación de Suecia y ha encontrado preferible no salir del ministerio.
-¡Mejor dicho, señora, no entrar! -repuso tan cortés, Gerardo, que asombró...
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