XXII. La obra que mana

LUCES de bohemia, el gran estruendo literario de estos años en la biografía de Valle-Inclán, capta un mundo zumbón y mugriento, de bohemios ilustres que se mueven como sombras del pasado y que se disfrazan con nombres eufónicos y decidores. Luces de bohemia es uno de los grandes milagros de don Ramón, que con su engranaje esperpéntico está empezando a componer, quizá sin saberlo de momento, su gran teatro de futuro. Quienes aseguraban por este tiempo que la renovación teatral la estaba llevando a cabo en España Jacinto Benavente, no podían suponer el inmenso caudal de adelantamiento que llevaba en su meollo el teatro de Valle-Inclán. Y como no lo suponían seguían en su dulce inopia, tratando de buscar sinrazones a la deliciosa razón artística de obras como Luces de bohemia, sin entender apenas que su caricatura, su deformación, su transformación de formas clásicas, obedecían a una manera de entender la vida y a un modo de entender el Arte. Un día nos dirá...

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