XVI. Fin del Imperio

EN una carreta, acompañado de dos ayudantes y un ordenanza, Napoleón consiguió en doce jornadas atravesar Alemania y llegar a París. Una vez de vuelta, se encontró con una población cuya moral había descendido enormemente, no sólo por las derrotas sufridas, sino por el dolor de las innumerables familias que habían perdido sus hijos en la campaña de Rusia. Mientras Napoleón se dedicó a reunir inmediatamente a sus ministros, al Senado y a los miembros del Consejo de Estado, para pedirles cuenta del desempeño de sus funciones durante su ausencia, los altos dignatarios y los cortesanos lo acogieron con sus muestras de adulación acostumbradas y hasta le propusieron llevar a cabo la ceremonia de coronación del heredero imperial, conocido popularmente por el «Aguilucho». Evitar pasados errores La Batalla de Leipzig, por Alexander Zaureweid, 1844. También llamada la «batalla de las Naciones», fue el mayor enfrentamiento armado de todas las Guerras Napoleónicas y la...

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