XIV. Un Asalto Fallido

EL hambre se hacía sentir vivamente en la ciudad sitiada, y parecía cierto que la población capitularía sin tener que levantar el brazo contra ella; sin embargo, se necesitaba tiempo para ello y los españoles, aunque resistentes y constantes por naturaleza, comenzaban a quejarse de sufrimientos casi iguales a los de los sitiados. Muchos de los lugartenientes de Cortés se presentaron voluntariamente para terminar con este estado de cosas y dando un golpe de mano apoderarse de la ciudad. Cortés, que tenía otra opinión sobre el asunto, convocó un consejo de oficiales. Pero su punto de vista no obtuvo el apoyo de la mayor parte de sus capitanes y renunciando a hacer prevalecer su opinión, creyó prudente adoptar el partido menos sensato y se dejó dominar en esta ocasión por otra voluntad que no fue la suya. Se fijó un día para el asalto, en el que debían tomar parte las dos divisiones, colocada una bajo el mando de Alvarado y la otra dirigida por el propio Cortés....

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