XIV. Los Agitados Años 30

EL año 1931 cayó la Monarquía por unas elecciones adversas y fue proclamada la República. Falla era apolítico, pero acogió con ilusión la implantación del nuevo régimen, en cuyo gobierno participaban personas con las que había mantenido desde antiguo amistosas relaciones. Pronto esta ilusión se convertiría en recelo al comprobar que el régimen republicano no era tan fiel a la doctrina católica como el anterior. Algunas medidas tomadas por el gobierno, como por ejemplo la retirada de los crucifijos de las escuelas y edificios públicos contrariaron a don Manuel que, ni corto ni perezoso, mandó una carta de protesta al ministro de Instrucción Pública. Estos percances y el incierto porvenir que veía en el panorama político de España, robaron tranquilidad y sosiego al músico. A pesar de su apoliticismo, los conflictos políticos y sociales que sacudían al país le afectaban profundamente en su vida y obra, así como en su delicada salud, que empezó a resentirse peligrosamente a causa de su inquietud. Coincidía con esto la enorme molestia que le ocasiona un gran bullicio verbenero que reinaba en el antes silencioso carmen de la Antequeruela Alta, donde se estaban celebrando las fiestas del barrio y los feriantes tenían los altavoces conectados hasta altas horas de la noche. Falla, en la creencia de que su prestigio como compositor tendría algún peso ante las autoridades de la ciudad, mandó una razonable y cortés carta al Ayuntamiento quejándose de que el constante ruido de las barracas le impedía trabajar con tranquilidad en su obra. Pero el Ayuntamiento, desoyendo los derechos, no ya del compositor, sino de cualquier ciudadano, no hizo caso de las quejas y algunas autoridad dijo desdeñosa: «Si no le parece bien, que se vaya.»