XIV. La Detonación y el Silencio

Introducción

EL 15 de enero de 1837 muere, como un verdadero héroe romántico, el conde de Campo Alange, uno de los pocos amigos de verdad que tuvo durante su vida Mariano José de Larra. Campo Alange había ayudado al escritor en el momento de su primera crisis; con él anduvo Larra los paisajes inmensos de la Extremadura y junto a él, en su hermosa villa extremeña, curó el deprimido Fígaro su cansancio de Madrid y de España, su hastío inicial de 1835. La muerte de Campo Alange llena de dolor el corazón encogido y triste de Larra, que le dedica un artículo necrológico conmovido y profundo que es, a la vez que un canto al amigo, una exaltación vigorosa de las virtudes románticas y del hombre desprendido y nuevo que Campo Alange encarnaba con tiesura de soldado y cultura de poeta. Con el conde fallecido perdía Larra, tal vez, el mejor de sus compañeros de viaje, uno de los pocos capaces de comprenderle. Muerte súbita que aumenta aún más la depresión de Larra, que ya casi ni se molesta en enviar al mar sus botellas angustiadas de náufrago perdido.

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