XIV. Egipto

Introducción

SE dice que los mismos asesinos de Pompeyo presentaron la cabeza de éste a su rival en una macabra demostración de sumisión. Se dice que César derramó abundantes lágrimas al verla. Lo que no se dice es si aquellas lágrimas fueron de sentimiento por la infamante muerte del que fuera su amigo y después adversario, o de rabia por no haber llegado a tiempo de cortar con su propia espada la cabeza del hombre que más cerca estuvo de cortar su carrera hacia el poder. Dos cosas son ciertas, sin embargo: que dejó escapar a los asesinos sin castigarlos y que hizo construir en el bosquecillo de Némesis un panteón a la memoria de su antiguo cotriunviro… bajo la advocación de la diosa de la venganza.

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información