XIII. Un nuevo estilo de vida para una naciónen marcha

Lo que la guerra unió, la paz puede comprometerlo

Si la guerra por la independencia tuvo la virtud de unir a los colonos norteamericanos en una poderosa voluntad contra la dominación inglesa, al finalizar las hostilidades pudo comprobarse que la Constitución provisional de 1777 resultaba insostenible para mantener la autoridad de los organismos federales. Los intereses particulares de cada Estado trataban de imponerse y sobresalir en el conjunto de la Confederación. Entre 1783 y 1787 se produce el gran vacío de poder que pone en peligro la misma existencia de la República. El Congreso se sentía impotente contra el arbitrismo de los Estados, y en el verano de 1783 estuvo incluso expuesto al ataque de los soldados amotinados por falta de recursos para pagarlos. De los impuestos acordados solamente se cobraba una parte muy pequeña, ya que los Estados se comportaban como si cada uno de ellos constituyese una nación independiente. Es más, algunos Estados ni siquiera consideraban que merecía la pena enviar sus representantes al Congreso. La consecuencia de todo ello fue que empezó a descender la prosperidad general, y aparecieron síntomas de relajamiento y desorden. Los más ricos y opulentos empezaban a mostrar temor a la forma republicana, pensando que el gobierno podía caer en manos de la plebe.

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