LOS métodos de trabajo de Edison en ese tiempo eran intensos pero poco organizados. Un químico de origen ruso, Andrés Rossanof, entró a trabajar con Edison en 1903; una mañana se presentó en el laboratorio para preguntar qué tarea se le asignaba. Edison le presentó a sus ayudantes, con los que bromeaba frecuentemente y a los que llamaba «chapuceros», y cuando Rossanof le preguntó por las reglas del laboratorio, Edison escupió una bola de tabaco de mascar que mantenía en la boca y le dijo: «Diablos, aquí no existen reglas. Sólo tratamos de conseguir algo».
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