XIII. En busca de un heredero

INMEDIATAMENTE después de firmar la paz de Schönbrunn, Napoleón partió hacia París, donde sería recibido triunfalmente al igual que cuando volvió de Marengo, Austerlitz o de Tilsit. María Luisa, archiduquesa de Austria; emperatriz de los franceses y reina de Italia. El inmenso imperio se había ensanchado y las noticias que llegaban sobre los problemas comerciales e industriales de Inglaterra parecían justificar las esperanzas puestas en el bloqueo continental. El poderío de Napoleón se encontraba aparentemente en el máximo apogeo de su esplendor, pero él comprendía perfectamente que sólo había sometido a Europa por la fuerza y que únicamente la dominaría por el miedo. Por otro lado, Inglaterra no se doblegaba y el pueblo español continuaba su guerra de resistencia. Todo esto obligaba a entender, no sólo a Napoleón, sino a todo el pueblo francés, que las campañas militares estaban muy lejos de haberse acabado y con ellas el peligro de que el emperador...

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