XIII. El último Insulto

Introducción

ESTE turbión español, muy discutido en su tierra entonces y casi ignorado en el resto del mundo, incluido en Francia, tan sensible a las glorias artísticas, vivió hasta su último ochenta y dos año visceralmente entregado a su vocación con una paciencia de artesano. Todavía en 1825, como vemos en la carta que escribe a don Joaquín Ferrer, se considera con fuerzas para superarse a sí mismo en los Caprichos. Difícil empeño, pues ya trabajaba con lupa y pulso temblón. Sin embargo, en 1827 todavía realiza el gran retrato de su amigo don Juan Muguiro, y posteriormente los del doctor del Río y el de don Pío Molina, en el que le sorprendió la muerte. También graba en piedras litográficas con la nueva técnica inventada por Senefeider. ¿No es prodigioso en un hombre senil tanta curiosidad e interés?

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