YALTA: Entre el 4 y el 11 de febrero de 1945, la suerte del mundo se decide en la célebre estación-balneario de Crimea. Stalin es el anfitrión. Satisfacción del amor propio, pues Roosevelt, ya muy enfermo, y Churchill han ido a tierra soviética. El es a la vez el jefe y el conquistador. Al oeste, la ofensiva de Von Rundstedt ha atado corto a los aliados. Los rusos han penetrado ya más allá de las fronteras antiguas de la Alemania de 1939. El dictador se ha ocupado personalmente de sus huéspedes. Palacio Livadia para Roosevelt; villa Vorontsov para Churchill; villa Koreis para él mismo. Ha mandado pedir dieciséis toneladas de caviar, esturiones y salmones; de carne ha perdido cervatillos. Las recepciones tienen el fasto de los palacios asiáticos.
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