XII. Valle-Inclán y el teatro

LA voracidad modernista de Valle-Inclán había encontrado también su acomodo —ya desde su llegada a Madrid— en el teatro. En una ocasión, reunidos algunos amigos —entre ellos Pío Baroja—, fueron víctimas de las insidias de un autor fracasado, en funciones de reventador teatral, y la trabajada excitación de todos subió de punto hasta el extremo de decidirse el cónclave a tomar un palco para hundir la representación de una modesta zarzuela al uso y abuso de entonces. En tropel entraron en el palco, alguno tropezó y se dio a soltar barbaridades en alta voz. Al iniciarse los siseos y las protestas del público, otro de los cinco derribó una silla del antepalco, produciendo gran ruido. Arreciaron las protestas de los espectadores, al tiempo que Valle-Inclán se adelantaba, inclinándose sobre el antepecho de la localidad, y desafiaba con terrible mirada al indignado público del patio de butacas. La cosa llegó tan a mayores que la representación se interrumpió,...

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