EN 1922, en el transcurso de una de aquellas veladas, se concretó la idea de convocar un concurso de cante jondo en colaboración con el Centro Artístico de Granada. La pretensión de los allí reunidos era salvar la pureza del cante gitano de tantas deformaciones sufridas por las «adaptaciones» a cuplés, malos intérpretes y las adulteraciones populacheras del facilón flamenquismo. De esta forma se pretendió abrir un concurso en el que pudieran participar todos los buenos cantaores de uno y otro sexo, estando cerrado a cal y canto a todos aquellos que trabajaran como profesionales; es decir, a los que de una manera u otra cobraran por cantar en los espectáculos públicos o privados.
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