ANTES de regresar a Africa, Livingstone se había desviado hacia el mar Rojo, camino de Bombay, donde había dejado su barco, el Lady Nyassa. Aún no lo habían vendido, y como las ofertas que le hacían eran muy inferiores a su costo, estuvo indeciso durante algún tiempo, hasta que por último tomó la decisión de venderlo y lo hizo por una cantidad dos veces inferior a su precio real. Depositó el dinero en un banco, con tan mala suerte que al poco tiempo quebró, por lo que perdió la reserva con la que contaba para casos de apuro.
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