XII. El fugitivo

Zurich

Sin la ayuda de Liszt, los Wagner no habrían podido instalarse en Zurich. Gracias a Liszt, Wagner no se precipitó en un estado de indigencia similar al de la época de París. No sólo le dio dinero: lo apoyó espiritualmente. A pesar de que en todas partes tenía Wagner enemigos y destractores, a pesar de que las autoridades germanas lo considerasen un «delincuente callejero», Liszt lo apoyó. Sin preocuparse por las opiniones de la policía, se dirigió al estreno de Lohengrin, en Weimar, el 28 de agosto de 1850.

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