XI. «¡Richard! ¡Libertad!»

El maestro de capilla

Su porvenir era, pues, sumamente oscuro. ¡No podía seguir viviendo a base de préstamos! ¡Y tenía que saldar aún sus deudas con los usureros de Riga, Magdeburg y Königsberg! Cuando le ofrecieron el puesto de maestro de capilla de la Corte de Sajonia y la batuta de la orquesta regia, no lo dudó. No le quedaba escapatoria.

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