VIII. Por fin una mujer en la vida de Miguel Ángel: Vittoria Colonna

De la fuerza brota la dulzura

Se cree que Miguel Angel conoció a la marquesa de Pescara hacia el año 1537, es decir, cuando se encontraba pintando el Juicio en la Capilla Paulina. Se ignoran las circunstancais en que se conocieron, más su amistad se anudó rápidamente y duró diez años, es decir hasta la muerte de Vittoria. Sabemos que departían largo y tendido sobre cuestiones de arte —excepcional testigo de tales conversaciones fue, como se recordará, el pintor portugués d’Olan-da—, así como sobre temas religiosos, materia ésta en la que el trato con la marquesa ejerció una notable influencia en los sentimientos cristianos del escultor, que permanecieron limpios de ascetismo ode superstición, abiertos a una expansión de la cristiandad occidental, concepción, por cierto, contraria a los dogmas promulgados por el concilio tridentino.

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